martes, 15 de febrero de 2022

El Primer Caso del Detective Snow


El callejón era frio y la mañana oscura. Andaba con paso firme, acompañado por el humo de un cigarro, como cada mañana, hacia un nuevo caso. Acuclillado sobre el cadáver, como el personaje de Tolkien al que llaman Gollum, estaba el doctor Irons.

— ¿Qué tenemos, Doc?

—¡Adam!, se supone que estas suspendido, ¿Qué haces aquí?

—Déjate de monsergas, Archie, y dime lo que tienes.

—Me buscarás la ruina si se enteran los de arriba. —Irons se puso en pie, tomó aire y comenzó a describir la escena. Lo había hecho tantas y tantas veces a lo largo de su vida, que había desarrollado un tono artificial casi mecánico—. Varón, blanco, sobre uno ochenta de altura. Según su permiso de conducir tiene treinta y dos años y se llama Eugene Collins. Como ves, la bala entró por aquí y salió por la parte trasera de la cabeza, dejando ese bonito estampado en la pared. —Concluyó, tocándose entre los ojos.

—¿Algo más?

—Eso, amigo, es trabajo para ti.

Snow apago el cigarrillo y volvió a recorrer el callejón, adecentándose el traje y el sombrero. Ante él, Los Ángeles despertaba sin saber que había un nuevo sheriff en la ciudad.




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