lunes, 1 de abril de 2024

Guía Práctica para: Echar una Pachanga de Fútbol


Este, un año donde se juntan eventos futbolísticos como la Eurocopa, la Copa América, la Copa de Naciones de Oceanía (sí, por aquellos lares también se lleva a cabo lo de las pataditas a la pelota), o incluso los esperados Juegos Olímpicos donde, evidentemente, también se disputa su torneíto de fútbol, es normal que la fiebre por la practica del balompié acabe contagiándole a usted también, lector, porque ¿Qué hay más universal y más mundano que esa predisposición humana a darle coces a cualesquiera sea el objeto, esférico, ovalado u oblongo, o incluso cilíndrico y hasta deforme, que se cruce en nuestro camino? Así que amárrese las botas, desempolve ese chándal que compró para ir al gimnasio hace una cantidad infame de navidades y al que solo ha ido a apuntarse y desapuntarse, póngase una rebequita por si refresca y prepárese, porque voy a explicarle: ¡Cómo jugar una pachanga de fútbol! … Y sobrevivir en el intento. 

Primero de todo decir que para jugar no es necesario que usted sea un harto estudioso del noble arte balompédico de colar una esfera entre los tres palos que conforman la estructura rectangular conocida comúnmente como portería. No. Es más, ni siquiera es necesario que comprenda las reglas básicas de este deporte, pues en una pachanga, todo el mundo sabe, las reglas se van improvisando sobre la marcha. 

Entonces, siendo total o parcialmente ignorante de la practica futbolística, procedemos a proceder con los procedimientos pertinentes para poder organizar un encuentro futbolero a pequeña escala o, como lo nombraré a partir de ahora, pachanga. 

Es de vital importancia, para disputar una buena pachanga, que usted cuente con un grupo de amigos, compañeros o incluso conocidos, dispuestos a la practica deportiva; y que, por lo menos uno de esos individuos, cuente en su haber con un balón, pues sin balón es imposible la práctica del balompié. Es un objeto fundamental, como su nombre indica, sino solo practicaríamos el pie y, en ese caso, debería ir a otra guia.

Incidamos por un instante, antes de continuar, en el grupo. Es tan importante como en balón, porque sin grupo no se puede pachanguear. No así la practica del fútbol, que si que se puede hacer sin grupo, aunque es algo tedioso tener que ir a por la pelotita de marras cada vez que erras el chut. Así que, es esencial agenciarse un grupo variopinto y, a poder ser, que cumpla las condiciones del siguiente decálogo: 

  1. Ha de haber, al menos, una persona conocedora del deporte, que vaya guiando al resto.
  2. Uno de los participantes tiene que creerse, cuanto menos, futbolista profesional. Este individuo debe haber jugado en el equipo del pueblo, aunque sea de utillero, y, generalmente, se quedará cerquita de la portería rival para meter todos los goles.
  3. Otro de los integrantes tiene que tener origen en un país extranjero, a poder ser al sur del Mediterráneo, y que destile fútbol por los poros. Esta persona tiene que ser también el que imprima más intensidad en el juego, independientemente de estar jugando la final de una afamada competición o la pachanga de los domingos de solteros contra casados.
  4. Los más corpulentos del grupo ocupan posiciones defensivas, cuanto más área tape el cuerpo, más atrás irá.
  5. Debe haber, al menos, uno que lleve la equipación reglamentaria, de pies a cabeza, de algún equipo de la liga profesional de fútbol. A poder ser la más nueva. Este, por decreto, debe ser el que peor juegue. 
  6. A su vez, debe haber uno de los participantes que tenga unas botas totalmente hechas harapos. Coincidentemente será la misma persona que coincida con la descripción del punto tres.
  7. Uno de los jugadores no debe conocer a absolutamente nadie, excepto al amigo que lo ha traído. Será tímido al principio, pero cuando coja confianza dará patadas, puñetazos y mordiscos a diestro y siniestro.
  8. Debe haber uno que, aunque sea más tieso que una figurita del futbolín, alardeé constantemente de sus habilidades con el balón y haga ademán de demostrarlo constantemente, con su habitual lista de excusas cuando no le salga nada. 
  9. Ha de haber una persona propensa a las lesiones. Este es el personaje esencial, pues es el que marca el final del encuentro con su habitual y evitable descoyunte corporal.
  10. Tiene que haber alguien que siempre se cae a última hora, haciendo que venga el jugador del punto 7. Esta persona se dedicará a calentar el ambiente retando a todo el mundo, organizará todo, pero luego pondrá siempre una excusa a última hora y luego procederá a quejarse de que nunca se cuenta con él o ella para jugar una pachanguita. 

Teniendo el balón y un grupete variopinto de jugadores, diría que está usted en condiciones de proferir con la susodicha práctica deportiva, aunque aún faltaría algo igual de importante. El campo o cancha. Según el reglamento de la calle bastaría con colocar dos mochilas o sudaderas haciendo las veces de postes, aunque se corre el riesgo de que el portero se invente la altura de su meta a guardar a grito de “¡alta!” cuando aparentemente no llegue a la pelota o que la cancha se haga más ancha que larga al no tener pintadas las líneas pertinentes; por ello, como medida para evitar trifulcas, es recomendable buscarse un campo en condiciones, con sus dos porterías sin red y sus líneas más o menos marcadas. Le será fácil encontrarlos en los patios de los colegios o institutos de su pueblo, aunque no siempre son accesibles. También cabe la posibilidad de que cuente en su pueblo con un campito al aire libre y, si se juntan los astros, esté libre de personas molestas como niños en bicicleta o adolescentes con actitud contemplativa y bolsita de pipas.

Si usted es capaz de reunir todos estos elementos mi más sincera enhorabuena, está usted preparado para practicar el noble arte del balompié.

Ahora solo le queda formar los equipos, que es el ritual más tedioso sobre la faz de la tierra. Primero de nada hay que seleccionar a los dos mejores practicantes del deporte y proponerlos como capitanes. Como eso no funcionará de primeras, porque ellos, conocedores de su nivel con respecto al resto querrán ir juntitos, habrá que recurrir a otro tipo de estrategias ya sea con el clásico “El último que se agache” o la socorrida carrera hasta la portería. 

Seleccionados los capitanes hay que decidir si se va a jugar a “pares o nones”, a “piedra, papel o tijeras” o a “cara o cruz” para empezar a seleccionar los jugadores. Se han dado casos en los que se han jugado a los tres juegos, para decidir quién elige primero y con qué método.

Una vez elegido todo eso, se procederá entonces a la elección de jugadores. Quedarán los dos mejores, como era de esperar, en equipos contrarios y el resto se irá repartiendo según el criterio del capitán, pensando él quienes son mejores al resto. Después de eso, cada jugador ocupará una posición en el campo que no respetará en ningún momento, excepto aquel que se quede junto a la portería rival, que está exento de defender las jugadas rivales. 

Antes de concluir esta guía y darle mi beneplácito para que pueda ir a jugar ya su pachanga como todo un profesional, he de recordarle que en la calle priman dos leyes por encima del resto: La ley de la botella, que quien la tira va a por ella y la prohibición de chutar trallazos/trallos/trallones/pepinazos/a furar/ o cualquiera que sea el palabro que se use en su zona.

¡Ah! Y recuerde usted que es muy importante, casi más que el divertimento y disfrute propio, que se divierta el propietario de la pelota, pues corre el riesgo de terminar el partido de manera abrupta.

Ahora sí, habiendo llegado usted hasta aquí, ya está preparado para la practica de este al que llaman el Deporte Rey. Disfrute de su pachanguita. 


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