sábado, 31 de diciembre de 2022

Succubus


He aprendido geografía en otros cuerpos, para tratar de olvidar los pliegues de tus piel. He descansado al calor de otros brazos, intentando liberarme de tu apasionado abrazo. He regado otros jardines, esperado arrancarme el olor de tu sal. He probado otras mieles, otros labios, buscando la ambrosía que me dabas con tus besos. Nada se compara a ti.

Ni siquiera recuerdo si fuiste real o un delirio, solo la electricidad que recorría mi carne al sentir el tacto de la tuya. Recorrí cada palmo de tu ser. Besé cada peca que encontré. Sabías a mar y a café amargo. Aún recuerdo el aroma del humo del cigarro barato, de la sangre, primeriza, derramada sobre el blanco lienzo en el que pintamos la pasión de una noche de verano. No éramos más que dos cuerpos que se buscaban bajo las sábanas. Nos sobraba hasta la piel. La noche se nos hizo corta y, para cuando nos quisimos dar cuenta, el Sol nos observaba tímido tras las nubes.

Aquella noche me mostraste los placeres de la carne. Fuiste la mejor profesora que pude tener y yo tu alumno predilecto. Durante un tiempo me enseñaste a rozarte lento, a saciar cada deseo de tu mente. Me tenías rendido a tus pies e hiciste cuanto quisiste, hasta que te cansaste y, con el viento, desapareciste.

Solo me quedó un vago recuerdo. La confusa idea de si en algún momento exististe de verdad o todo fue un húmedo sueño. No volví a saber de ti, no volví a verte más que en mis sueños. Cuando vuelves a amarme como aquella noche. Cuando vuelves a ser mía.

Algún día volveremos a encontrarnos, para no separarnos nunca más. Saldrás de mis sueños. Volveré a oler la sal de tu piel y a saborear la ambrosía de tus labios. Volverás a enredarme entre tus brazos y llevarme a tu jardín. Y entonces, cuando nos vuelva a sobrar hasta la piel, te leeré todas las cartas que nunca te envié.

 

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